Hasta mediados del siglo pasado, la investigación en ciencias sociales estaba encuadrada estrictamente bajo el enfoque cuantitativo, dirigido por el método científico que se consideraba propio de las ciencias naturales. Como rasgos característicos se han atribuido tradicionalmente a este enfoque la experimentación, la objetividad, la verificación y contrastación de leyes, lo que ha permitido importantes avances en el conocimiento. Sin embargo, este paradigma empírico-analítico no es siempre el más adecuado para avanzar en el conocimiento en las ciencias sociales (estaría en discusión, si incluso en el de las ciencias naturales es el único posible). Las razones son diversas: los acontecimientos a estudiar son de diferente naturaleza (políticos, sociales, históricos) e interactúan entre ellos (no es posible aislar unos de otros), lo que exige un enfoque interdisciplinar; no se pueden reproducir en un laboratorio dado que tienen que ver con el comportamiento humano individual y colectivo, que es susceptible de cambiar, lo que complejiza hacer predicciones.
Según el Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo de Hegoa, la IAP es un “método de investigación y aprendizaje colectivo de la realidad, basado en un análisis crítico con la participación activa de los grupos implicados, que se orienta a estimular la práctica transformadora y el cambio social”. En esta definición se incluye una de las principales características de la IAP: que los protagonistas principales y necesarios de todo el proceso son las personas afectadas por los problemas que se quieren abordar. Y esta característica es la que diferencia la IAP de la manera tradicional de investigar, en la cual una persona o grupo capacitado aborda un aspecto de la realidad, ya sea para comprobar experimentalmente una hipótesis o para describirla o para explorarla. En este tipo de investigación, la comunidad en la que se hace la investigación, o para cual se hace, tiene una posición dependiente, no participa en el proceso; solo puede llegar a conocer las conclusiones.
En contraposición, en la IAP, la participación significa que en el proceso están involucrados no sólo los o las investigadoras profesionales, sino la comunidad implicada en el proyecto, que no es considerada como simple objeto de investigación sino como sujeto activo que contribuye a conocer y transformar su propia realidad. La acción no sólo es la finalidad última de la investigación, sino que ella misma representa una fuente de conocimiento, al tiempo que la propia realización del estudio es en sí una forma de intervención. Combina la teoría y la praxis, y posibilita el aprendizaje, la toma de conciencia crítica de la población sobre su realidad, su empoderamiento, el refuerzo y la ampliación de sus redes sociales, su movilización colectiva y su acción transformadora.
Este libro está disponible en físico en el Centro de Documentación del Instituto Hegoa.
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